YUGOSLAVIA: EL ORGULLO DE EUROPA
Nunca olvidaré
la devoción que los jóvenes españoles de los ochenta profesábamos a la
República Federal Socialista de Yugoslavia. A los que éramos de izquierdas en
la España de la transición y del postfranquismo nos enorgullecía que un país
como Yugoslavia fuera una realidad. Aunque la Cibona de Zagreb, Drazen Petrovic
y la selección nacional eran cosas que no nos hacían muy felices, algunos (como
yo), nos interesamos por ese país y, en nuestras pesquisas, descubrimos una
cosa que nos corroboraba que podíamos ser felices en la tierra incluso con
regímenes políticos de partido único.
Porque
Yugoslavia, en los años 80 era una gozosa realidad: fabricaba de todo, era por
todos respetada, tenía fuerza y orgullo, jugaba a todos los deportes de equipo como los
ángeles, congeniaba con el vaticano y con la Thatcher (estas dos cosas eran lo
peor que tenían, pero decía bastante de su talante abierto y conciliador),y su
líder, un gran líder, era un tipo
simpático y agradable. Sus playas eran preciosas y sus lenguas sonaban todas
muy bien.
En esa época,
los jóvenes aficionados al baloncesto españoles nos poníamos el sufijo “-vic”
para ser más yugoslavos….y ver jugar a Petrovic era un placer, hasta para los
que éramos del Real Madrid y, aunque nos endosaba 40 puntos, disfrutábamos con
ese chaval que era único. Ante un genio había que inclinarse. El nos regaló un
placer que aderezó nuestros años de juventud y afición al noble deporte de la
canasta.
Cuando,
estudiando económicas, conocí el socialismo autogestionario, mi admiración se
redobló. Descubrí que Yugoslavia, tenía un índice de igualdad del 0.20, el
segundo mejor del mundo tras Checoslovaquia, que tenía un 0.18….Y ya se me
saltan las lágrimas de la nostalgia.
Fue
Alemania, sabedora de que de permanecer unida, Yugoslavia les superaría, los
que urdieron la trama para desmembrarla.
Pero
eso ya es otra historia….
¡bendita seas
Yugoslavia! ¡ojalá vuelvas a ser lo que fuiste!
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