martes, 26 de abril de 2016



La cuarta sinfonía de Beethoven, poco conocida por encontrarse entre la tercera (Heroica) y la quinta, constituye en buen ejemplo de como una gran obra puede ser eclipsada por sus flancos. Desde siempre, el genial maestro mostró ciertas reticencias a la forma de la sinfonía como buen paradigma para su uso en interpretaciones de orquestas. Es oportuno recordar que su primera sinfonía fué escrita a una edad ya madura, y cuyo comienzo rompía moldes y convencionalismos al abrirse con un acorde disonante. Muchos analistas y críticos han querido ver en ello un signo de rebeldía y de innovación respecto a las obsoletas formas usadas por Mozart, Hayden o Schubert, músicos todos ellos que se adaptaban a la estructura sinfónica para componer sus obas de larga duración.
La primera sinfonía de Beethoven contiene pasajes de gran belleza, pero la crítica de la época no fué benevolente con ella. Era muy atrevida y Beethoven muy controvertido. El puritanismo imperante marcaba pautas difíciles de romper.
Si consideramos que Franz Joseph Hayden compuso más de 100 sinfonías y Mozart más de 40, debemos analizar la causa de tanta feracidad creativa. A mimodo de ver, los dos autores antes mencionados (y sobre todo Haydin) desarrollaban toda una sinfonía en una frase principal muy tonal cuyas derivaciones se caracterizaban por ser poco arriesgadas a la vez que servían de animación para las fiestas de la alta sociedad.
Pero Beethoven, no.El estaba hecho de otra pasta. En la Heroica (tercera sinfonía en Mib mayor), el "español" experimenta con modulaciones tan novedosas como arriesgadas. "Se había perdido en el laberinto de las modulaciones tonales y modales, a la vez que había  roto con los convencionalismos clasicistas de sus predecesores. En suma, Beethoven resolvió como solamente un maestro podría hacerlo, el laberinto al que le había llevado su increíblemente feraz creatividad" (crítica escrita en la época).
Por desgracia, la Heroica se recuerda más por anular su dedicatoria a Napoleón cuando invadió Austria que por la música en sí. En aquellos años, nadie podría entender el contenido de esa obra sublime.
El caso de la cuarta sinfonía y de la octava son diferentes: las alargadas sombras de la tercera, la Quinta, la séptima y la novena empequeñecen esas breves obras maestras.
Para acabar, usaré una frase de Lenin: "si sigo escuchando la sonata numero 13 "patética", no podré terminar la revolución". Esta frase es tan elocuente como cierta: nadie jamás supo dibujar con sonidos de forma tan exacta el sufrimiento y el pesar humano.

3 comentarios: