domingo, 3 de abril de 2016

EL REY ABURRIDO
Dijo un rey a su bufón:
- es tan grande mi aburrimiento que hagas lo que hagas, aliviarás mi tedio.
El bufón recapacitó unos segundos y dijo al monarca:
- Alteza, si le dieran a elegir entre una vida terrena feliz y un alma inmortal martirizada o lo contrario ¿qué elegiría usted?
- sin duda lo segundo - respondió el Rey con gesto de seguridad.
- pero su alteza somete sexualmente a jóvenes vírgenes para su disfrute aunque esta conducta le condene a los infiernos.... -replico el bufón.
El rey, azorado, quedó circunspecto y en su desazón dijo:
- no olvides que soy Rey por la gracia de Dios, y eso tiene que pesar a la hora del juicio final.
- la muerte nos iguala a todos, mi Rey - dijo el Bufón.
Sin saber cómo salir del brete en el que había caído por culpa del bufón, dijo el monarca:
- la muerte sabe elegir y no permitirá que un Rey sea condenado a los infiernos. Yo confío en eso.
- pero no es la Parca quien te juzgará, sino Dios. Su juicio será inapelable.
Mandó llamar el Rey al verdugo y le ordenó que decapitara al payaso. Cuando el bufón conoció su destino dijo:
- lo vé, alteza, la Parca siempre acude la llamada, pero luego se marcha y el alma queda en manos de Dios. No habrá clemencia para los que escandalizan y arrebatan la virginidad a los inocentes.
Y cuando la cabeza del bufón aún rodaba por el marmóreo suelo de palacio, la mente del rey fue atravesada por una frase antes oída y olvidada más tarde. Esa frase es esta:
- “deja que cada minuto de tu existencia carnal sea juzgado por la vida misma. Goza o sufre de sus sentencias y piensa que solamente es el tiempo la máxima instancia de apelación. Tu tedio es un leve sufrir, pero llegará un momento en que tu castigo sea vivir”.
Acudieron algunos sirvientes a recoger el cuerpo decapitado del bufón, y antes de retirar la cabeza, el monarca los detuvo y les ordenó que la dejaran a su lado, tratada para evitar la descomposición, y que descansara sobre un trono idéntico al suyo.
Ante tan extraña petición, los sirvientes dedicaron unas miradas de soslayo al Rey, fruto de su incomprensible petición. Y entonces el monarca habló:
- Ese payaso era más soberano que yo porque poseía algo que ya jamás tuve ni tendré y esa cosa es la comprensión lúcida de la existencia. Si yo soy Rey, el mercería serlo antes que yo.
Los lacayos no comprendieron esas palabras, pero desde aquel día hubo en palacio dos tronos regios: uno para el que Dios hizo monarca; el otro para el que el monarca mató actuando como enviado de Dios.
____________________________________________________________Esto es una metáfora, una réplica de la poderosa vida de los que mandan. Así funcionan cuando ostentan el poder; así terminarán también.

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