UN ZAINETE ANDALÚ
ACTO ÚNICO
(Entra un andaluz en el consultorio de
un médico privado de la capital, con fama de caro y de no tener escrúpulos en
engañar a los ignorantes. Un amigo suyo acaba de morir tras ser tratado por ese
galeno. El médico no sabe que por sus puertas acaba de pasar el camastrón rural
del terruño por excelencia que, sano como una pera, conserva intactas sus
ocurrencias y hace gala de su identidad. Esto pasó…)
-
Diga treinta y tres – le dijo el médico.
-
¿Y por qué treinta y dos? –preguntó el otro
usando la pregunta como dardo venenoso.
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¡He dicho treinta y tres! – dijo él.
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Diré treinta y dos y medio y en paz –propuso el
paisano.
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¡Haga lo que le salga de los cojones! –dijo el
galeno.
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¡¡Treinta y dos y medio!! – gritó
socarronamente.
-
Bueno, tiene usted medio punto de pulmonía – le
contestó el doctor.
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De acuerdo. ¿cuánto le debo? – preguntó.
-
Mil euros – dijo el médico.
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Aquí tiene quinientos – dijo pagándole con un morado.
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¡He dicho mil! – exigió él.
-
Pero por medio punto de pulmonía solamente le
debo pagar media cuenta, además usted decide libremente la cantidad que debo
decir y hay que regatearle – razonó el recién llegado.
-
¡Vaya usted a tomar por culo! – contestó azorado
el discípulo de Hipócrates.
-
De acuerdo, pero solamente llegaré a la mitad
del camino – dijo Tiburcio bajándose los pantalones.
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¿desea que le penetre? – le preguntó.
-
¡¡No, por Dios!! Solo la mitad – repuso
alarmado.
-
¿y eso por qué? –inquirió de nuevo el matasanos.
-
Porque sólo llegaré a mitad de camino, hermano –
repostó a la par que se daba la vuelta para irse.
(Y salió del
consultorio. Y lo hizo con un gesto divertido y la sensación de haber sido un
cabrón justificado. Pero el doctor sufrió las risas y chanzas al menos un
verano entero… y allí en verano hace calor, y la prueba está en que un escocés
jamás te repostaría así, eso es seguro).
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